Seguidilla de puntos blancos, más los géneros revueltos
Las cenizas de los cigarrillos, cuales tan grande nube hicieron,
Pasan las agujas del tiempo, acompañadas por el sueño muevo,
La nueva noche aplaude para volver a empezar, más el termino no lo encuentro.

La noche me sorprendió con ilusiones incestuosas, perturbando mi sueño.

Ámame y; deja que recorra tu cuerpo hasta enloquecer.
Llévame a la locura de los huesos; sin razón arrepentir.
Ayúdame en este deseo, y a detonar.
Alcánzame en mi punto, sin desistir a correr.


Que esta enajenación me lleve al fin.

Ahora distingo lo negro de lo blanco.
Largamente veo los desiertos.
Ahí se agita mi razón humana; y el tiempo.
Perfecto escucho mi eco; que es tu mismo eco.

Nadie más habla de vos.

¿Prohibición?
¿Incesto?
¿Adicción?
¿Realidad o Ficción?

Yo siento tu provocación al deseo; más allá de la locura.

Nuestras gotas, recorren el cuerpo.
Mis ropas en el suelo buscan huir.
Tus ojos miran el vicio del incesto.
Sus semillas siembran la pasión.

Los luceros de la ventana nos muestran a Véspero, la estrella de la tarde.

Si no escribiría esto, se me borrarían tus ojos viejos.
Si tus ojos no fueran de hielo, abandonaría la vigilia por este sueño.
Si este sueño no fuese parte del tiempo, tendría la eternidad del pensamiento.
Si yo no me alejara de lo más sincero, estaría más cerca de lo verdadero.

Despertaría, pero al abandonarte ya estoy más cerca del suelo.

Dido confunde el fatum de Eneas,
Dante pretende acariciar a Beatriz,
Romeo y Julieta cargan con una culpa que no cometieron,
El ingenioso Hidalgo ruega no abandonar la locura, para seguir amando a su Dulcinea.


La literatura es lo que tiene como arte la ensoñación de las palabras.
Y así, nuestros cuerpos seguirán sin conocerse en el plano de lo real.

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