Parece simple trabajar sin música
  
Cuesta mirar cuanto te acompaña
un incendio.

Cuando los discos viejos inundan la casa.
Cuando las paredes se vuelven gigantes
y estás parado en medio

y
de pronto las medias se te mojan
sin razón, y sin razón también la luz se acaba.
y un barro antiguo se asoma bajo las señales.

Cuesta no cerrar los ojos
en la necesidad de detener algo.

Los techos de calamina vibran al compás de la lluvia

Lo mejor que puede suceder es el agua
corriendo en la cañerías
pero pocas veces suceden cosas buenas
en mi casa. Con la palabra amor se acaban
muchas palabras. las canciones y los bailes
de moda. hendiduras imperceptibles en los dientes
como colinas como elefantes blancos;
porque ya es costumbre acarrear tangos
en los baldes de agua. El frío
que se filtra por las grietas me amuebla la casa.
Y aunque es un desierto lleno de espinos y tequila

las musas bailan en mi pecho
al son del carro basurero y se ríen de mi falta de agallas,
de mi inestimable pesimismo al prender los cigarrillos.

Every time we say goodbye revolotea por la casa.
Con el tiempo también aprenderé a reírme.
Pavlov tenía algo de razón en ello.

Cuarto epílogo

Ya no lucha por llegar hacia las cosas.
Resbala por encima de su forma y su uso.
Dentro de los esqueletos hay claves
imposibles de percibirlas a contraluz.
Pueden ser un sonido, un eco giratorio.
Relojes amarillos alejándolo del amor,
ese invento centrípeto, entrópico, castrense.
Sueña como si fuese algo ya lejano
con la inquietud y el temor. Con el sabor.
Con el aire pesado de las sorpresas.
Dentro del océano de su incertidumbre
crece una burbuja a manera de idea.
La presiente, la acaricia, la paladea.
Si ensayase un movimiento los verbos
inquilinos de su dermis, dejarían de respirar.
Se propuso a si mismo abandonar en la orilla
las armas. Su revolución quechua.
Tiene filamentos fibrosos creciendo dentro
de su memoria, con forma de ataúdes
herméticos como poemas, etcétera.
Trata de olvidar, pero la certeza no es
como su amor, lo suficientemente angosta.
 De: Gavia

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[Sobre el autor]

Martín Zúñiga Chávez (Cusco, 1983)

Poeta, escritor y gestor de ideas. Realizó estudios en Literatura y Lingüística en la Universidad Nacional del Gran Padre San Agustín en Arequipa donde fue parte del Círculo Poético Enroque. Su libro Gavia (Ediciones Fenit, Pamplona, España, 2009) obtuvo el “XXVI Premio Internacional de Poesía Ángel Martínez Baigorri” en España. En el año 2010 obtiene el Premio Internacional de Poesía Cope de Plata por el poemario Pequeño Estudio sobre la Muerte (Ediciones Copé, Perú, 2011).
El año 2011 gana el Premio Internacional de Poesía Joven “Martín García Ramos” en España y es reconocido en Perú con el Premio Nacional Juvenil de Poesía 'Javier Heraud'. Es miembro fundador y presidente del Centro de Recursos para la Poesía, entidad que agrupa a destacados artistas y gestores con la finalidad de crear espacios y sinergias entre los diferentes actores culturales y las instituciones públicas y privadas para trabajar proyectos de rescate y puesta en valor del acervo literario peruano. Dirige urbanotopia catálogo de poesía peruana contemporánea que puede ser consultado en el blog.

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