Día 14, mes 8, año 13, temperatura desconocida y ni un registro del horario. Primera aparición y, como de costumbre, virtual. Una charla de café como cualquiera que tienen dos personas, en la que una se sienta en la mesita pegada a la pared pero mirando hacia la calle porque “no soporta mirar para adentro, se siente encerrado”.

Charla 1 de 1 y me confesás que descreés de la mitad de tus allegados con sus costumbres enrevesadas dar a luz sólo 2 de cada 10. Yo que siempre me creo un poco menos y tengo la manía de hablar de cosas que no sé, citar autores que ni leí y sobreponer la altanería barata a la ignorancia engorrosa, te hago creer que entiendo tu idioma y te contesto peor que como lo haría Tévez intentando hablar en inglés británico. 

Día 17, mes 1, año 14 y estamos uno encima del otro, lo demás no sé porque ya habrás visto como son los sueños que siempre se confunden las sensaciones y no se entiende si es que te escuché cuando me trepabas o simplemente toqué tu olor a mar y de inmediato supe que era tu pecho el que se tendía sobre mi cuerpo inútil.

Día 17, mes 1 y habiendo pasado 4 y medio del mes 8 me parece sumamente injusto que reaparezcas recién ahora y encima, en forma del último sueño de la noche y el primero de la mañana. A veces pienso que lo hacés apropósito, sólo para hacerme saber que cuando abra los ojos el calor que me ahogue va a ser el de las sábanas y el del sol que entra por la persiana, esa misma persiana que a veces dan ganas de levantar para dar a luz 10 de cada 10 y esperar a que un día 14 del mes y medio que más te guste te vuelvas a sentar en algún café y tengamos una charla como cualquiera que tienen dos personas, en la que una prefiere sentarse del lado del pasillo y mirando para adentro, porque de vez en cuando no soporta mirar para el lado de la calle, porque de vez en cuando la calle es la que lo hace sentir encerrado.

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